Una de las consultas más frecuentes que nos hacéis desde que empezó el otoño es ¿por qué tengo un brote de acné?
Durante el verano, la exposición a la luz solar produce una reducción del acné. El sol tiene un efecto bactericida y antiinflamatorio que provoca la desaparición de granitos. Cuando reducimos la intensidad de la exposición a los rayos solares se produce un efecto rebote y el acné aparece con más intensidad que antes. Si a esto le sumamos el uso continuado de la mascarilla, que provoca un aumento de la humedad y las bacterias que están en continuo contacto con la piel, tenemos el cóctel perfecto para la formación de granos.
¿Cómo podemos tratarlo?
1. Limpieza
Nunca nos cansaremos de repetirla, la limpieza es el paso básico y fundamental en cualquier rutina cosmética. Cuanto más en el caso que el principal problema se da, entre otras cosas, por una sobreproducción bacteriana en la zona. Por la mañana realizaremos una limpieza sencilla con un producto que contenga activos seborreguladores pero que respete la piel. Por la noche una doble limpieza, primero limpiador en aceite y en segundo lugar el limpiador al agua que utilizamos por la mañana.
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2. Loción astringente y purificante
Con este paso conseguiremos una acción queratolítica y bactericida, que nos ayudará a evitar la acumulación de suciedad en el poro y la formación de comedones.
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LOCIÓN INTESIVO PROPOLIS
3. Hidratación
Las pieles acnéicas, suelen tener tendencia a la deshidratación. Si a esto le sumamos que el uso de la mascarilla y el continuo roce provoca un desequilibrio importante en la piel, además de irritación, es básico que utilicemos un producto con ceramidas, niacinamida o con activos que nos ayuden a calmar y restablecer el equilibrio cutáneo.
Al igual que la limpieza, paso básico e imprescindible en cualquier rutina. En este caso elegiremos productos no comedogénicos y oil free.